lunes, 30 de julio de 2007

La extraviada iglesia católica boliviana

Max Murillo Mendoza
Julio 27, 2007

Es sintomática la coincidencia entre las "percepciones" de las oligarquías y la iglesia católica. Esta institución tiene miedo a los cambios, de hecho así lo demuestra el Vaticano. Su jerarquía en Bolivia llama a "rezar por la Paz" y la "Unidad" ante el peligro de los cambios. Y los eclesiales aprovechan de la mentalidad conservadora de las clases medias y altas. Además de la peor manera: con los ojos de la "guerra fría". Ante el avance popular e indígena, la iglesia ve al comunismo, al ateismo que eliminará la "educación cristiana y sus valores morales". La iglesia no quiere cambios. Mejor el postulado de que oligarcas y vasallos coman en la misma mesa "como hermanos". Mejor sus colegios privados como defensores del apartheid boliviano, y como transmisores de esa mentalidad.

Muchos obispos dicen que Bolivia se nos muere, parafraseando a ese oligarca y demagogo Paz Estensoro. Tendríamos que decirles a los obispos, que como nunca antes, a pesar de las terribles dificultades, Bolivia avanza, Bolivia crece, Bolivia toma conciencia de su identidad, de su presente, pasado y futuro. Como nunca antes los pueblos indígenas toman la palabra y dicen lo que piensan. Como nunca antes Bolivia está en el escenario mundial y es noticia cotidiana, gracias a los movimientos indígenas y populares.

Sabíamos que las oligarquías no descansarían en su boicot, en su destrucción, pues tienen experiencia y poder para ello. Y no descansarán hasta ver satisfechos sus apetitos coloniales. Lamentablemente la iglesia católica le hace el escenario y el coro a la oligarquía. Quedan tan lejanos los tiempos de aquellos cristianos por el socialismo, de aquellas comunidades eclesiales de base (en el espíritu de la teología de la liberación), o curas que entregaron sus vidas por el pueblo (Espinal, Lefevre). Todo esto destruido por la intolerancia del Vaticano.

El pueblo avanza, a pesar de la iglesia, y en este proceso al margen de ella. Los últimos 20 años la iglesia se alineó con las políticas neo-liberales, quizás pensando en el "fin de la historia"; pero su extravío fue evidente, su falta de lectura hacia Bolivia y su típica indecisión histórica. Hoy no pueden alinearse con los cambios, porque comulgan cultural y civilizatoriamente con las oligarquías, es decir con los vestigios de la colonia. Jamás respetaron, y no lo harán, a otros Dioses, a otras maneras de ver la vida y el mundo, a otras culturas. No les gusta la convivencia con el distinto, ni la Democracia, ni la tolerancia.

Esta actitud no hace más que acelerar su vaciamiento de feligreses, cansados por la falta de una iglesia más democrática y abierta a los cambios, compuesta por sacerdotes con su mentalidad medieval y patronal, ancianos retrógrados y sin perspectiva alguna, sin mensaje alguno. Sin embargo, con poder en este tipo de sociedades coloniales y con decisiones señoriales. La iglesia está, creo yo, en un momento crucial. Si decide acompañar a los cambios que sopla el mundo, y en particular en nuestro país, podría sobrevivir con sus sectores más democráticos, aquellos ligados a proyectos de base y populares, salvando así a la institución como tal. Pero si sus jerarquías, como hasta hoy, deciden enfrentarse a los cambios pues me temo que su sobrevivencia está condenada al museo de los recuerdos, y los sectores de avanzada tendrán que cuestionarse su permanencia en una institución arcaica y antidemocrática. No creo que las bases de esta institución deseen su desaparición, quiero decir de la escena de acción, pero tienen también que actuar en consecuencia.

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