domingo, 15 de julio de 2007

Inflación, inflación ¿qué estás haciendo?

Por Antonio Peredo Leigue
Julio 14, 2007

Se ha desatado la inflación. Esta es la alarmante perfidia que utiliza la oposición para crear pánico nacional. ¿Qué ocurre realmente? El presupuesto anual, que el Congreso aprobó en su oportunidad estimaba, el índice de inflación, en un 5%. Factores internos y externos han provocado que esta cifra subiera un punto y, talvez, algo más hasta fin de año.
¿Cuáles son esos factores? Internamente, hay restricciones en el abastecimiento de combustibles, debido a imprevisiones en YPFB; en este caso, no es excusable esa falta. Internacionalmente, influye otro factor: la cotización del trigo, en las bolsas de cereales, sube hasta 10 puntos. Esto, por supuesto, crea presiones sobre el precio de productos esenciales de la economía familiar.

Escándalo de conventillo
A falta de temas serios, buenas son las intrigas. A sabiendas de que el precio de los artículos de consumo puede subir ante el rumor de su escasez o el secreto a voces de aumento, las comadres de conventillo se han lanzado a gritar que “otra vez viene la inflación, como en tiempos de la UDP”.
Primero, que la inflación de entonces fue el resultado de la corrupción generalizada de las dictaduras, especialmente la de Banzer. Segundo, que la solidez de la economía nacional se demuestra con los datos de diciembre pasado: reservas monetarias que subieron de 1.800 a 3.500 millones de dólares en un año; presupuesto que, comenzando con más de 4% de déficit, concluyó con 5% de superávit; durante todo el año el Tesoro General de la Nación no precisó pedir adelantos al Banco Central, como ocurría antes; las exportaciones se duplicaron. En fin: todos los índices mostraron que, con austeridad y honestidad, podíamos mantener una economía sana.
Como era de esperar, las comadres de conventillo, que se dicen medios de comunicación, escandalizan para provocar. De eso se trata: provocar desestabilización para poner obstáculos al proceso de cambio.

Los vecinos de arriba
En los conventillos, como dice un cantante, siempre vive arriba algún respetable señor que predica responsabilidad y llama libertinaje a la libertad. Estos señores dan lecciones a los pobres vecinos que viven en el patio. Hasta las comadres los saludan con respeto y se encargan de trasmitir sus dichos, aunque no los entiendan.
Un vecino de arriba que tenemos aquí, nos dice que hay que retirar dinero circulante y subir el precio del dólar para controlar la inflación. En su tiempo, no sabía la receta y fue arrastrado por la inflación. Después, se la enseñaron con el 21060.
Otro que usa cuello romano, aunque ya no se estila, expresa su profunda preocupación porque los que viven en el patio nos tomamos la libertad de ocupar los sillones que siempre se reservaron a los caballeros., ¿habráse visto tamaña insolencia? Por supuesto, cada vez que se produce una falla, declara pomposamente: “¡Ya decía yo!, estos ignorantes nos van a llevar a la catástrofe”. Y las comadres mediáticas se apuran para repetir y repetir y repetir sus declaraciones.

A paso firme
Durante año y medio hemos caminado por terreno desconocido. Unas veces muy despacio y otras, al darnos cuenta de la lentitud, hemos apresurado el paso. Pero es esencial que ahora, cuando ya conocemos el terreno, afirmemos nuestro andar.
Los índices que se mostraron en diciembre pasado, son la base sobre la que debe aplicarse el plan de transformación del país. La redistribución de la riqueza nacional –que la tenemos, como quedó demostrado en un solo año– debe hacerse por el camino de la producción. Terminar con la herencia de atraso que nos dejó el neoliberalismo, es la tarea que nos impusimos. Levantar viviendas, construir caminos e industrializar hidrocarburos, son los pasos iniciales. El valor agregado que produzcan estos planes de desarrollo, se verá en el mayor ingreso de la mayor parte de la población.
Luego, tenemos que emprender la recuperación de los medios de transporte, que son estratégicos: ferrocarriles y aerovías. El desmontamiento de más de la mitad de las vías férreas es un daño grueso al país: no esperemos que las empresas que cometieron ese acto de barbarie, vayan a repararlo. Tenemos que recuperar lo que existe y fundar una nueva empresa con personal altamente tecnificado. En los aires, a mediano plazo, deben estar las naves de una nueva línea aérea.
Son tareas imprescindibles. Debemos hacerlo dejando que las comadres mediáticas sigan gritando. Intentar responderles para demostrarles que no habrá inflación, es perder el tiempo. El pueblo reconocerá las obras que se realicen y dejará de escuchar lo gritería de las comadres y de los vecinos de arriba.

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