martes, 4 de septiembre de 2007

Avancemos, incluso en noches oscuras

Rafael Puente
Septiembre 4, 2007

Todo el mundo se plantea esta pregunta, "a dónde vamos? las más de las veces en tono angustioso. La Asamblea Constituyente parece estar al borde del colapso; los parlamentarios se agarran a puñetes y patadas; la extrema derecha promete defender a muerte a sus tribunos, procesados por ser paladines de la ilegalidad; los cívicos de la media luna no paran de proferir amenazas, muchas veces apocalípticas; la tradicionalmente pacífica y aristocrática ciudad de Sucre se ha convertido en escenario de vandalismo. Para colmo llega un pro golpista ligado al Gonismo como Manfred Reyes Villa que pide renuncia del Presidente.

Y efectivamente hay motivos para preocuparse. Es grave que a sólo un año y siete meses de gobierno el ambiente social aparezca tan caldeado; es incomprensible que en tan poco tiempo la derecha -desgastada, rechazada por la población, desacreditada por decenios de corrupción, de sometimiento a intereses extranjeros y de incapacidad política- aparezca envalentonada y amenazante, dispuesta a liquidar el actual proceso de cambio e incluso a retomar el timón del estado. Y es también preocupante que siga habiendo autoridades gubernamentales burocráticas e incompetentes, que muchos de nuestros dirigentes políticos parezcan estar más preocupados por sus espacios personales que por el futuro del país. Sí, hay momentos en que a cualquiera se le viene la pregunta de a dónde vamos a parar.

Afortunadamente es la propia realidad social la que nos da una primera respuesta. Esa realidad que no grita ni hace ruido, ni constituye el meollo cotidiano de la noticia, la realidad de la gente común, la que convirtió en fiesta solidaria y fraternal el desfile militar-indígena del 7 de agosto en Santa Cruz, la que sigue creyendo que este país nuestro tiene que cambiarse y por tanto sigue confiando en la Asamblea Constituyente (más allá de sus yerros y limitaciones), la que dejó en figurillas a los dirigentes cívicos el día del último y supuestamente definitivo "paro cívico" (en el caso de Cochabamba reducido a un miserable "paro prefectural"), la que sabe que Evo es fiel a la causa del pueblo, y por tanto se mantiene fiel a Evo.

Ésa es la realidad que nos da una primera respuesta: No, señores, no vamos a ningún caos ni desastre, simplemente porque la mayoría de la población mantiene la esperanza y se mantiene en la dirección correcta. La derecha tiene poder, tiene plata, tiene influencia, tiene el poder de la propaganda, de la noticia y de la mentira; también tiene tremenda experiencia política (de la peor). Incluso debemos reconocer que tiene pretextos para agitar. Pero no tiene eso que se llama "hegemonía", es decir no tiene argumentos que puedan convencer a la población, no tiene propuestas para el país, no tiene autoridad moral, a la hora de la verdad se queda triste y sola con sus amenazas y sus mentiras. Ése es el margen que todavía tenemos -tanto el Gobierno como las organizaciones sociales- para enderezar líneas, para aprender de la experiencia, para responder a ese pueblo que no pierde la esperanza.

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