jueves, 6 de septiembre de 2007

Fascistas se ofrecen para imponer democracia, libertad e independencia de poderes

Liborio Salazar
Septiembre 5, 2007

¿La democracia está en peligro? Mentira, cómo puede estar en peligro lo que no hay. La supuesta democracia y los poderes del Estado están reproduciendo el ciclo de siempre. En Bolivia, el poder ejecutivo, que es la tiranía perfecta, esta vez con Evo Morales a la cabeza, ha decidido tomar control y por otro lado, sus opositores, a hacer ruido infernal para pararlo. La democracia en Bolivia se reduce a aspectos teatrales. Democracia efectiva no hay porque una verdadera es más que nada lujo de los países ricos que cuentan con los recursos suficientes y la soberanía suficiente como para generar un colchón de gente satisfecha deseosa de mantenerla. Quienes se llenan la boca con la palabra democracia aquí y allá sólo puede ser porque son unos incautos o unos canallas, los unos ilusos, los otros maquiavélicos.

En medio de la política boliviana no falta quien, a fuerza de tantas demostraciones y hechos, al fin concluya que no hay democracia, que se acabó, pero no hay consecuencia en esa declaración y se retorna a las andadas a exigir su vigencia, a quejarse, a inventarse una, como si la democracia fuera algo intermitente, un día hay y otro no y así todo el tiempo. El propio fascismo la usa como escudo frente al supuesto comunismo que afiebradamente anuncia, tanto así que los antifascistas obligadamente son enemigos de esa farsa.

En Bolivia, desde siempre, en la supuesta democracia boliviana, ya sea desde el Parlamento u otros espacios, la oposición se dedica a patalear y quejarse frente a los atropellos del poder ejecutivo que, para desarrollar sus planes y tomar control del aparato del Estado, pisotea las leyes y principalmente la independencia de poderes. A ese pataleo de la oposición normalmente le acompaña una conspiración abierta o sigilosa adoptada con la esperanza de abreviar su calvario, su aislamiento. Pero otra cosa es cuando les llega la hora de ejercer el poder ejecutivo, entonces reproducen la misma conducta que criticaron, la de los que perdieron el poder, y entonces se dedican a pisotear la constitución e imponer su voluntad concentrada en la figura del Presidente.

Esto es lo que pasa ahora con los opositores y con Evo Morales en el gobierno, la historia se repite, la supuesta democracia se torna en tiranía del ejecutivo. Quienes estaban en el poder y abusaron de él, ahora que pasaron a la oposición se vuelven defensores de la democracia y respetuosos de la ley, y se dedican a buscar los argumentos y justificativos para desestabilizar al nuevo régimen y si es posible hacerlo caer. Esta es la gran tragedia de Sísifo a la que los bolivianos están acostumbrados.

Ahora hay una diferencia con el pasado. Antes, opositores y encumbrados en el árbol, los que eran minoría y sus oponentes de la mayoría, eran más o menos iguales entre sí, pero hoy en día lo que sulfura y saca de quicio a la oposición es que al frente tiene, como gobernantes, a sus indios, a sus pongos agrandados y atrevidos. Por eso su verborrea y acción opositora adquiere mayor calibre, está plagada de desesperación, se trenzan a golpes y quedan aporreaos, lloran mucho, hay muuuuucho pataleo hasta el ridículo, incluso claman a las Naciones Unidas y sólo falta que llamen al Papa. En medio de sus ataques de nervios, la oposición, siempre en algún grado, confiesa que cree que la indiada es sinónimo de comunismo.

Otra mentira a la que por ahí también se apela es esa sobre el amor de los ciudadanos a la justicia y la libertad, cuestión por la cual estarían dispuestos hasta dar su vida. Los miembros del poder judicial y sus circunstanciales aliados cívicos y demás consortes, argumentan como viboreros en los medios de comunicación y en las calles, que con las medidas tomadas por el gobierno contra los miembros del Tribunal Constitucional se acaba para los ciudadanos bolivianos el derecho de gozar de ¡justicia imparcial y proba! pero ¡que chiste de mal gusto! Para los ciudadanos, el poder judicial y más aún la figura de los supremos es algo extraño y detestable porque son identificados con la más oscura corrupción, ligada incluso al narcotráfico. Que la gente haga un paro por defender a los supremos a nombre de la libertad y la justicia es demasiado pedir.

También confunden las libertades democráticas como ser el derecho al libre pensamiento, a la libertad de organización, que son una cosa bien distinta a la democracia formal. Muchos incautos caen en la trampa y así llenan en sus cabezas el hueco que deja la inexistencia de la democracia. Los cívicos dicen que vivimos ahora en dictadura y que ya no podemos expresarnos, en especial los habitantes de la media luna, y como prueba muestran el ojo morado del senador de PODEMOS, Tonin Franco, luego de la trifulca de la pasada semana en el Congreso. Sin embargo, el gobierno “totalitario” del MAS les entrega a la población en bandeja de plata para que la golpeen y atropellen todo un día de paro sin que ninguno de ellos vaya a parar a la cárcel.

Los aliados “democráticos” de hoy, que tanto alardean de defender valores y principios, son en realidad esquirlas de un pasado nomás reciente cuando como herederos de las dictaduras se repartieron el poder de forma pactada para llevar adelante las más terribles políticas antinacionales que han hecho retroceder al país y empobrecido a las masas bolivianas. Muy bien dijo alguien, lo que las dictaduras no pudieron hacer los demócratas neoliberales lo hicieron, regalar el país. Cómo es posible que ahora se yergan con su discurso democrático tan desgastado cual impolutas figuras para reclamar contra la dictadura y el totalitarismo. Pocos les creen, reciben más bien desprecio.

El discurso anti gobierno trocó en expertos a la más menuda calaña de intelectuales, se volvieron “analistas” siendo que son políticos en desgracia disfrazados de ecuánimes y objetivos, que están esperando que retornen mejores tiempos mientras claman por la defensa de la democracia y a la vez convocando al golpe.

Fascismo para salvar a la “democracia”
La farsa democrática está muy debilitada y seguirá así mientras que los explotados y sectores populares, envalentonados desde la caída de Goni, no sean aplastados. La gente sigue saliendo a las calles a resolver sus problemas vitales con movilizaciones y bloqueos, negando esa democracia, y en general no esperan nada de las leyes ni el parlamento peor con la escaldadura de la constituyente. Que los parlamentarios se agarren a puñetes no les interesa, les hace reír. Es que allí, en el Congreso, sólo hablan de problemas que preocupan a los bien comidos, a los ricos, a los empresarios, a los intelectuales rechonchos y lujosamente vestidos; y donde también se urden las más bastardas conspiraciones contra los intereses populares.

La llegada de Evo Morales al poder fue precisamente para impedir el hundimiento de la farsa democrática, la situación entonces parecía tan grave que incluso cierto sector de la derecha y la clase media acomodada lo consideró necesario para hacer retroceder a las masas levantiscas, y en todo este tiempo estos derrotados se dedicaron a recuperarse del duro golpe que les significó las jornadas de octubre del 2003 al que calificaron de “negro”. Pero el reformismo profesado por el gobierno del MAS, confesamente anticomunista, envalentona más a la indiada y a la cambada y eso es lo que los cívicos tanto atacan, pero paradójicamente, con ello, en vez de debilitarlo lo fortalecen y empujan a la gente hacia el MAS.

Las autonomías también son para salvar a la democracia inexistente pero no vienen desde el reformismo sino de la oligarquía cruceña que las pensó como salvavidas para las ilusiones de la “cruceñidad”. Luego de octubre, todos los partidos tradicionales a los cuales profesaban seguimiento porque les cambiaron la vida o se enriquecieron gracias a sus gestiones, se cayeron. No había por qué luchar ni por quién, estaban deprimidos, pero las autonomías, el amor al terruño desempolvado y el chauvinismo les renovaron sus esperanzas y se volvió la zanahoria con la cual arrastrar a la gente a las elecciones, al voto y como apoyo en su cruzada contra el MAS. Los errores del gobierno les han limpiado poco a poco el camino para volverse dirección nacional autodenominada ahora con el rimbombante nombre de Junta Nacional Democrática.

El fascismo aparece de mano de quienes dicen defender la inexistente democracia, los golpistas de ayer abandonan sus cuarteles de invierno para luchar por la democracia y se visten de blanco. Son el garrote para arrancar la idea de la revolución y de la lucha social de la cabeza de los de abajo, aplicando barbarie. Erradamente señalan al MAS como responsable de que la farsa democrática se caiga olvidándose del hambre y la pobreza imperante que jamás les ha importado resolver. El MAS en realidad ha sido un buen defensivo para esa farsa, ha distraído a la gente mientras pudo, ahora la entrega desarmada y desorganizada al fascismo.

La farsa democrática talvez resurgirá con fuerza y se impondrá sólo después que el fascismo triunfe masacrando a las masas, si es que eso se da. Entonces los fascistas de hoy dirán ¡volvió la democracia!, recibirán certificado de demócratas y volverán a las sombras. Fascismo y farsa democrática son los extremos que se dan la mano, entre ellos ha oscilado normalmente la burguesía boliviana y la cruceña es el mejor ejemplo.

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