lunes, 3 de septiembre de 2007

Falange y barras bravas dirigen ahora la unión juvenil cruceñista

Marcelino Villarreal (ASC-Noticias)
Septiembre 2, 2007

  • Los cívicos han dado a saborear al lumpen las mieles del poder, el beneficio y la impunidad que puede adquirir poniéndose a su servicio y declarándose “defensor de Santa Cruz” y antimasista. Ahora, el lumpen quiere más. En complicidad con los falangistas se enfrentó a los Hollweg, los desplazaron a la fuerza, fácilmente, y subieron un peldaño más en la cadena de mando del poder cívico
  • Barras bravas y falangistas unidos en la Unión Juvenil Cruceñista y hasta ahora nadie se pregunta ¿quién trabaja para quién? ¿los barras bravas para los falangistas y sus recalentados proyectos golpistas? ¿o los falangistas para los barras bravas ambiciosos que quieren dejar de ser sólo la base del poder cívico? ¿Cuánto tiempo tardaremos en ver a un “barra brava” convertido en presidente del Comité Cívico?
  • El último paro cívico hizo notable el profundo sentido de impunidad de los nuevos dirigentes unionistas, superando con creces la gestión Hollweg
  • A pesar de las señales de peligro para los ciudadanos, los cívicos empresarios encargaron a los nuevos “unionistas” la tarea de controlar las calles cruceñas para imponer a palo el paro cívico del pasado 28 de agosto. Huérfanos de apoyo popular, los cívicos vuelven a recurrir al lumpen, aún cuando sea peligroso para ellos mismos
Mientras que los nuevos “unionistas” golpeaban collas en un lado de la ciudad, en otro punto, en Equipetrol, los jóvenes “bien”, los hijos de los platudos, paseaban sus motos y sus autos de lujos, creyéndose seguros pues los delincuentes contratados por los cívicos empresarios se encargaban de la indiada contestona tachada de “masista”. Los unos se divertían felices y casi inocentemente, mientras los otros usaban la violencia y trepaban más alto.

“Coterráneos” con violencia e impunidad multiplicada
El pasado 16 de agosto, durante las primeras horas de la noche, cabecillas y miembros de las hermanadas barras de Blooming y Oriente Petrolero apoyaron a jóvenes de la resucitada Falange Socialista Boliviana y juntos tomaron por asalto las oficinas de la Unión Juvenil Cruceñista (UJC), llevando banderas cruceñas amarradas a palos y bates de béisbol. Así desconocieron a los también violentos Gabriel Hollweg y Alejandro “Pitbull” Zurita, directivos de esta organización hasta esos momentos. Los falangistas y sus aliados barras bravas justificaron su acción denunciando que Hollweg era un “vendido al gobierno” porque, supuestamente, habría recibido dinero a cambio de permitir el desfile de los “ponchos rojos” en El Trompillo, el pasado 7 de agosto, evitando que la Unión Juvenil Cruceñista se movilice para “defender Santa Cruz”.

Al día siguiente de la toma de las oficinas de la Unión, Gabriel Hollweg acompañado de Alejandro Zurita y una docena de unionistas leales a ellos, vieron desconcertados cómo los barras bravas, que en anteriores ocasiones ellos contrataron y dirigieron para llevar adelante los paros cívicos y otras acciones de matonaje fascista, controlaban ahora, junto a la Falange, las oficinas de la UJC y encima no les dejaban entrar. Hollweg, afirmó que los que habían tomado sus oficinas eran masistas enviados por el gobierno para desarticular y desprestigiar a las instituciones cruceñas y dijo que “entre esos que están allí, hay uno que es acusado de violación sexual a una menor de 14 años”. Hollweg mostró desesperado una serie de papeles para probar sus afirmaciones pero de allí no pasó a más.

A pesar de esto y de la intermediación de Branco Marincovic como presidente del Comité Cívico en el conflicto (pues había el temor de que se dé un posible enfrentamiento entre ambos bandos) influencias que no se sabe definieron que el 21 de agosto sean posesionados los rebeldes como directiva transitoria de la Unión Juvenil Cruceñista, poniéndose a la cabeza un desconocido Samuel Ruiz, de 22 años, estudiante de Relaciones Internacionales en la universidad privada NUR y de confesa militancia en Falange Socialista Boliviana, esa que Leonardo Poppe, nazi confeso, intenta revivir.

Los recién posesionados, en su mayoría jóvenes que tienen la característica distintiva de ser cabezas rapadas, anunciaron elecciones en 90 días para nuevos directivos de la Unión y que ellos no descartaban en presentarse como candidatos a pesar de ser comité “Ad hoc” a la vez. Si esto último, a alguien le suena incoherente, que no le extrañe, las organizaciones de la autodenominada institucionalidad cruceña tienen la arbitrariedad como norma interna. Así nomás son.

Al acto de posesión de los nuevos mandamases unionistas, asistieron los cabecillas de las barras bravas de Blooming y Oriente Petrolero que afirman haberse hermanados en defensa “de Santa Cruz y de la democracia”. Para dar su apoyo a este acto, también fue “en representación” de los universitarios, una fracción de la FUL de la Universidad Gabriel René Moreno liderada por el universitario José Santiestevan, rival de Chiqui Martínez y su hermano, quienes, dicho sea de paso, dada la estrecha relación que mantenían con Hollweg, pueden considerarse también como desplazados del escenario de la UJC, al menos momentáneamente.

Al final del acto de posesión, los nuevos líderes unionistas y barras bravas, como un solo cuerpo, entonaron el Viva Santa Cruz, eufóricos. Ruiz anunció que la tarea fundamental de su gestión (¿acaso no es comité transitorio?) iba a ser el de sacar a todos los masistas infiltrados en las instituciones cruceñas y que provocaban divisionismo. Culminando su alocución lanzó el grito de guerra de los unionistas que dice “¡coterráneos, siempre listos!”, lema de boy scout y de su ideario chauvinista, tradicionalista y fascista.

El barra brava, el empleado recién ascendido de cargo y tras más poder
A través de imágenes tomadas por un medio se pudo apreciar que el grupo que tomó las oficinas de la UJC, la noche del 16 de agosto, estaba formado por aproximadamente una veintena de personas que en su mayoría eran jóvenes entre los 20 y los 35 años, de estatura superior y con una contextura física que delataba una intensiva práctica de levantamiento de pesas y de deportes marciales de contacto en gimnasios. Entre ellos apareció el peligroso Chichi Pérez, líder de la barra brava de Oriente conocida como “la Pesada Verde”; él encabezaba este grupo vestido de camisas negras. Al ver las cámaras de los medios, el líder de la “Pesada” se reía como un niño, hacia mofas, estaba feliz, igual que un empleado recién ascendido a jefe. Afirmó a los micrófonos que ellos (la barra) apoyaban la toma de la UJC porque la gestión de Hollweg jamás les había reconocido nada, sin embargo no aclaró qué quería decir específicamente con la palabra “reconocido”, ni tampoco los periodistas se atrevieron a tanto. Pérez se levantó la manga de la camisa y enseño a las cámaras de los medios su grueso brazo flexionado ejercitado con pesas, y apretó su pesado puño, el mismo que usó en días pasados para golpear en el rostro a un espectador, en las graderías del estadio Tahuichi, durante un partido de la liga y sólo porque llevaba puesto una chompa muy parecida a la usada por Evo Morales. Son señales de intimidación a quien se atreva a enfrentársele.

Como reconocimiento por el apoyo, los falangistas de la gestión Ruiz han incluido a Pérez con mayor poder en la UJC, ya no es más un simple empleado como lo era con los Hollweg. En la última asamblea de la cruceñidad, él en persona encabezó la barra que aplaudía y vitoreaba a los que tomaban la palabra, en especial a los que se mostraban más soeces en su lenguaje, insultando al gobierno, a los collas; y lanzaban discursos guerreristas. Parece que pensaba que estaba en el estadio alentando a su equipo y coreaba a cada rato “¡Evo dictador, Evo dictador!”.

Como en anteriores paros cívicos, pero ahora con mucha más violencia, el líder de “la Pesada” volvió a encabezar la horda de delincuentes que se contrató y organizó con fondos proporcionados por los cívicos, para recorrer las calles de la ciudad a bordo de camionetas alquiladas al radio móvil Vallegrande, desde la cero horas del 28 de agosto, imponiendo así el paro cívico. El paso de Chichi y sus improvisados unionistas, dejó un rastro de saqueos, asaltos a la propiedad privada, agresiones físicas a varios ciudadanos, incluso a mujeres y un ciudadano atropellado por un vehículo que llevaba banderas unionistas. Cuando un medio lo filmó dirigiendo acciones, Pérez se dirigió al camarógrafo, le bajo la cámara y le dijo “¡no filmés!!”. Los medios, que a un masista o a cualquier sujeto no le perdonarían tanto atrevimiento, sólo atinaron a decir después, casi cobardemente, “bueno, esa fue la cara fea del paro, pero también hubo una cara bonita y fue la de la juventud en Equipetrol, ¡tenemos las imágenes!”.

De las graderías del Tahuichi a la política, de ahí a la Unión Juvenil Cruceñista… y de allí quién sabe a dónde
Pérez empezó su carrera peleando por el control de la barra de Oriente Petrolero, a puño limpio, en las graderias del Tahuichi, hace ya algo más de 15 años. El paso de Jhonny Fernández, de la UCS, por la dirigencia de Oriente Petrolero, elegido presidente de ese club por tener una abultada cartera, más que por su capacidad de gestión, marcó un ahora y un después en la vida del “líder” de la curva albiverde. Se convirtió en ucesista fanático, en barra brava del ex empresario cervecero, en su guardaespaldas y le mantuvo fidelidad hasta en su caída siguiendo luego a su hermano y sucesor, Roberto Fernández. Su lealtad fue muy bien “reconocida”. Ahora, en la propia Gestión de Percy, quien de tarde en tarde señala a los hermanos Fernández como lo peor que le ha podido suceder a Santa Cruz y que habla de haber limpiado y ordenado la Alcaldía cruceña; Pérez es nada menos que fiscal de obras y se lo vio dirigiendo varias obras de pavimentación aunque no se le conoce ningún titulo calificado para este cargo.

Debutó en el movimiento cívico luego de que él, junto a otros barras bravas orientistas y blooministas, agrediera a un grupo de dirigentes universitarios en una marcha de la universidad publica que se organizó tras la convocatoria de los cívicos, exigiendo referéndum autonómico al gobierno de Carlos Mesa y dizque protestando contra el dieselazo. De allí empezó a ser visto encabezando a mal vivientes vestidos a última hora con poleras de la UJC para hacerlos pasar por unionistas y aparentar que esta organización es numerosa y tienen vida orgánica regular. Siguiendo órdenes de Gabriel Hollweg, fue visto en el paro que se realizó en septiembre del 2006, imponiéndolo a la población con palos y saqueos desde la madrugada, a bordo de camionetas contratadas a la misma empresa de radio taxis Vallegrande. Aquella vez como ahora, la dirigencia del Comité Cívico también cubrió los excesos de su empleado. Germán Antelo, presidente del Comité en ese entonces y hoy presidente de la CRE, indicó que los excesos que se denunciaban eran obra de “infiltrados masistas”, a pesar de que las cámaras mostraban a Pérez dirigiendo los saqueos y los pinchazos de llantas.

Desde entonces se sintió autorizado para promover el civismo cruceñista y el chauvinismo anticolla en el estadio. Previo a los partidos del clásico Oriente-Bloomig, y por encargo de los cívicos, inauguró el hábito de hacer entonar el himno cruceño y el cántico “Evo, Evo cabrón” que hoy ya son costumbre y los espectadores que creen estar haciendo bien no saben de dónde les viene esta muestra obligada de “civismo”. La primera vez que lo hicieron, los barras bravas fueron aplaudidos por los medios y Pedro García, presentador del vulgar programa “El mañanero” de Red Uno, invitó a Pérez y a un representante de la barra de Blooming para elogiarlos. Fueron nombrados voz oficial de los hinchas y ante las cámaras, Chichi Pérez y Marcelo Barbery, en representación de Blooming, declararon en ese día la hermandad entre las dos barras para luchar por las autonomías y hacer respetar a “Santa Cruz”.

Posteriormente, en diciembre del 2006, fue contratado como cuerpo de seguridad de los huelguistas cívicos que tomaron la plaza 24 de septiembre para hacer huelgas de hambre “valientes” con mates y galletas, exigiendo respeto a los dos tercios. Se denunció que su grupo estuvo involucrado en la golpiza a varios transeúntes inocentes sospechosos de ser espías masistas y en el acto de saqueo de las oficinas de los parlamentarios masistas ubicadas en el edificio de la Brigada Parlamentaria, junto a karatecas contratados a última hora, actuaron como “unionistas”.

Por esa misma época, dirigió la toma de las oficinas de Oriente Petrolero al mando de gente empuñando armas de fuego, en ocasión de las elecciones para nuevo presidente de ese club. Se afirma que entonces actuó bajo orden directa de Carlos Chávez, para favorecer a éste en los comicios y amedrentar a los socios críticos. Chávez fue elegido presidente de Oriente y luego presidente de la Federación Boliviana de Fútbol, dejando a su hermano y a Chichi Pérez como los custodios de sus intereses en el club “refinero”. Con estos nuevos poderes, Pérez y su grupo más cercano casi arremetió a golpes contra el entonces director técnico de Oriente, el argentino Néstor Clausen, porque denunció el poder ilimitado que Pérez tiene en el funcionamiento del equipo sin ser siquiera socio ni dirigente. Otra vez los medios abrieron sus micrófonos para dar espacio a las justificaciones sin sentido de Pérez y entonces dijo “nadie puede impedir que vaya a las oficinas y a los entrenamientos de Oriente. Mientras haya democracia y Evo no imponga una dictadura yo puede hacer lo que me dé la gana”. Esa es la idea de democracia que este lumpen repite y que ha aprendido de sus jefes los cívicos. Parece querer decir que mientras Evo no los frene estamos en “democracia” y pegaremos a quien nos dé la gana y a quien se nos oponga. Para su suerte Evo y su gobierno no son capaces de tanto.

El 2007 fue para Pérez el año en el que los cívicos pusieron en él mayor confianza. Hasta fue guardaespaldas de Germán Antelo en diferentes actos y concentraciones de los cívicos como la realizada en el Plan 3000, en defensa de la “paz” y de la “democracia” y en repudio a las movilizaciones populares y campesinas en Cochabamba, el 11 y el 12 de enero, que frenaron en seco a su aliado Manfred Reyes Villa y sus agresiones fascistas encargadas a la Unión Juvenil Cochabambinista y a los “jovenes por la democracia” copia de los unionistas cruceños.

Hoy Chichi Pérez controla la UJC. Ahora como ayer, la política tradicional tiene mucho que ver en esta parte final de su ascenso. Esta vez es la Falange Socialista Boliviana y radicales como Caito Flores quienes recurren a él.

Hace casi un año atrás se advirtió que los cívicos empresarios cruceños hacían uso de pandilleros y Barras bravas (del lumpen alquilado, alimentado y vestido por ellos) para tomar el control de las calles de Santa Cruz e imponer sus medidas sin consultar a una población atemorizada, intimidada y desorganizada.

Desde el lanzamiento del movimiento autonómico, los cívicos encargaron varias tareas a estos grupos delincuenciales en nombre de la “defensa de Santa Cruz y de las autonomías departamentales” como imponer los paros cívicos en las calles de la ciudad desde tempranas horas de las madrugadas, vestidos con la camiseta de la Unión Juvenil Cruceñista, armados de bates de béisbol, palos, y punzones para pinchar llantas, dejando a su paso una estela de atropellos, agresiones físicas a ciudadanos sorprendidos e indefensos, saqueos a negocios, acciones que quedaban impunes porque se las justifica pues es “por Santa Cruz”. También fueron usados para impedir que los “indeseables y traidores” se expresen contra las autonomías en los cabildos carnavalescos, concentraciones o marchas; para reprimir con golpes de bates de béisbol a cualquier marcha campesina que se atreviera a venir a la ciudad, golpear a los universitarios que critican a las autoridades universitarias que son aliadas de los cívicos; engrosar las filas de la desprestigiada FUL de la Gabriel Rene Moreno para que la fracción de los hermanos Martínez ejecute acciones de matonaje contra los estudiantes que se les oponen, ser cuerpo de choque para impedir el “avasallamiento masista” a las instituciones cruceñas; y propagandizar el racismo y el chauvinismo en los encuentros de fútbol de la liga, haciendo que se cante el himno cruceño y que se coree “Evo, Evo cabrón”.

Pero fue durante las falsificadas jornadas de lucha por los 2/3, llevadas adelante por los cívicos cruceños en Diciembre del 2006, que los barras bravas cobraron un protagonismo peligroso, nos referimos a los de Oriente Petrolero y Blooming, cuyos cabecillas fueron presentados por los medios como nuevas referencias mediáticas de cómo se defiende Santa Cruz y los intereses del “hincha cruceño”. Al dejar de ser simples matones a sueldo y pasar a ser portavoces autorizados por los medios, se pudo percibir que el lumpen saboreaba su poder acumulado de tanto que los cívicos los convocaban y organizaban; que iban adquiriendo mayor autonomía en sus acciones y decisiones; que se forjaban como nuevos líderes, como el caso del violento Chichi Pérez; y que más temprano que tarde iban a llegar a contradecir las órdenes de sus contratistas que comenzaban a sentirse incómodos con sus desbocadas acciones.

Se advirtió que los barras bravas, el lumpen autonomista, había adquirido conciencia de sus ambiciones, por eso de mafias disfrazadas de “civismo” pasaron a disputar mayores espacios, ya no sólo dentro de los estadios o de los clubes de fútbol a los que pertenecen, sino también en el seno de la tradicional institución cruceña, en el movimiento cívico autonomista.

A escala nacional se ha forjado el mito de una Unión Juvenil muy organizada e independiente. Gente un tanto desinformada ha exagerado su imagen a contrapelo de la realidad. Como se anota se trata de una organización laxa que alquila gente para servir a los empresarios cívicos que les arrojan unos pesos cada vez que los quieren en movimiento, no es una organización seria e independiente, es la guardia pretoriana de los cívicos y su accionar es responsabilidad íntegra del Comité. El fenómeno actual de incorporación a sus filas de fascistas y conocidos delincuentes sólo señala la terrible degeneración del movimiento cívico cruceño que, como la Roma de los césares tiende a ser pasto de su guardia pretoriana.

Hay que anotar también que los unionistas tampoco son tan entregados y románticos regionalistas. Cobran con creces sus servicios. Se sabe del caso del anterior dirigente Hollweg. Él y su padre ocupaban puestos en la actual administración autónoma de AASANA Santa Cruz. Como representante cívico en el directorio el señor Hollweg gozaba de una dieta de mil bolivianos por sesión.

Los nuevos unionistas también son protegidos de la “institucionalidad”
Tras que se produjo el asalto al mercado Abasto, donde los barras bravas, nuevos unionistas, se dedicaron a lo que mejor saben hacer, el saqueo, la indignación pública ha exigido que se procese a la gente de la Unión y a todos los implicados, que paguen los daños, sobre la base de los testimonios y los registros de la prensa que mostró el ataque y hasta cómo un vehículo unionista atropelló a un gremial, vehículo que luego apareció en instalaciones del Comité.

El dirigente cívico, Branco Marincovich, no ha respondido hasta hoy por estos hechos. Alguna prensa ha exigido que sean separados del Comité, pero no hay respuesta. Son sus protegidos, se cubren mutuamente las espaldas y se conocen el calzoncillo, no puede delatarlos, sería como delatarse él mismo.

La fiscalía convocó a declarar al líder actual de la Unión para que responda por los hechos. El individuo ni corto ni perezoso afirmó que no sabe quiénes son los agresores y que serían “infiltrados masistas”. Es la clásica respuesta que dan. El anterior dirigente, Hollweg, fue citado en ocasión pasada para responder por la golpiza a los campesinos, hecho que mostró la cara racista de los cívicos a nivel mundial e igual respondió. En su momento, el cívico principal, en privado, con sus pupilos que retornaban de esa golpiza a los campesinos sentenció “debían haberlos matado”. El racismo y fanatismo de los cívicos es grave. Sabe a quienes usa y para qué. No pueden lavarse las manos. Pero la impunidad es total hasta hoy y por eso los Hollweg, los Ruiz, los Pérez, autores materiales, están libres e impunes, igual que los autores intelectuales, los dirigentes cívicos. Tienen el poder, la justicia, el dinero para seguir impunes. Ni Evo Morales puede ponerles coto.

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