sábado, 18 de agosto de 2007

La ultraderecha es católica

Max Murillo M.
Agosto 18, 2007

Algunos miembros de la iglesia católica, como el corrupto Monseñor Luís Sainz, empiezan a atacar al gobierno defendiendo la Cruz y la Espada. Su homilía en Urkupiña nada tenía que ver con los acontecimientos de nuestro país; pero su eminencia se dio la molestia de aprovechar descaradamente el púlpito para bendecir a las oligarquías, y atacar al “Socialismo y Marxismo”. Y le pagan solamente para rezar, que es lo único que debería hacer, además su autoridad moral deja mucho que desear, con acusaciones de desfalcos económicos millonarios.

Existe un claro contubernio en filas de la ultaderecha. No es casual la petición de los doctorcitos Chuquisaqueños, que la sede de sus sueños coloniales regrese donde empezó, que los ganaderos atenten con el hambre del pueblo, que los empresarios de las moliendas oculten la harina, etc. Y tengan la bendición de monseñores acostumbrados a iglesias con alfombras y sirvientes lavándoles los pies. La manipulación abierta que realizan en los medios de comunicación, a propósito de la llegada del “comunismo y ateismo” es realmente vergonzosa. Para gente como monseñor Sainz y los sacrosantos del comité cívico de Santa Cruz, tener fe es aceptar las cosas tal como son: con esclavos y patrones, a estos últimos simplemente hay que convencerles de que den más pan a sus hambrientos. Después todo se puede perdonar. Para su santísima eminencia tener alma es asistir a misa y comulgar, no importa si hay hambre, pues la hostia es suficiente para el espíritu hambriento. Y claro, escuchar las homilías medievales que a nadie le importa, sino a los figurones de siempre que van a un acto social, para las fotos y el lavado de conciencia.

Lo lamentable es que las bases, las pocas concientes que hay, de la iglesia católica no se expresen, quizás por miedo a las estructuras totalitarias de la iglesia católica, nada democráticas y hoy por hoy al mando de neo-liberales y oportunistas de poder. Dichas bases ven pasar con asombro la oportunidad de modificar, al menos en algo, las estructuras arcaicas de la iglesia católica, que sus cúpulas se atreven a exigir, como las oligarquías, al gobierno, más democracia, más transparencia, más consenso. Semejante hipocresía terrenal viniendo de sepulcros blancos, como diría el mismo Cristo.


Cochabamba, 18 de agosto de 2007.

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