Por Grover Cardozo.
Dar a los viejos lo que es de los viejos. Esta es la premisa fundamental del beneficio que llegará a la tercera edad todos los meses con la Renta Dignidad.
Desde este viernes Bolivia empieza a vivir un nuevo gran momento de su historia social. Da un gran paso para construir una sociedad solidaria y con nivel de cohesión.
Según estudios realizados por Ongs, universidades y organismos internacionales, Bolivia es una de las sociedades con más alto nivel de fragmentación. Esa fragmentación deviene de dos factores. Por las abismales diferencias en los niveles de ingresos y por problemas de carácter racial. O sea una sociedad muy escindida por el dinero y el color de la piel.
Esta situación no podía seguir así y tenía que llegar una coyuntura política favorable para los sectores pobres. Hoy Bolivia vive ese proceso y hay que celebrarlo realizando algunas puntualizaciones:
¿Se puede sostener que la Renta Dignidad es un regalo da el Estado a los mayores de 60 años o es un derecho adquirido por la contribución realizada en el ciclo activo al desarrollo económico y social del país?
Desde luego que se trata de un derecho legítimo porque la gente que está sobre los 60 años ya pagó su cuota de aporte al país, su contribución a la construcción de la nación.
Bolivia es tierra de todos y los frutos que ofrezca este territorio, debe llegar a todos. La única forma de garantizar ese beneficio es a través de una renta mensual y vitalicia, sin dejar que empresarios avivados o burócratas insensibles administren esos recursos.
Pagar la Renta Dignidad es restituir, es decir devolver la dignidad que los ancianos pobres de Bolivia perdieron en el transcurso del tiempo.
La Renta Dignidad no es una concesión asistencialista, ni un afán de sensiblería gubernamental, sino el estricto cumplimiento de lo ofrecido al país en las elecciones generales.
Durante contingentes de ancianos del área urbana y rural caminaron como extraños en su propia tierra.
Ahora que comienza el pago de la Renta Dignidad, tratemos de sentir la sensación que tendrá la señora Eusebia Chury, una mujer campesina del norte de Potosí. Tiene 65 años, pero guarda la apariencia 80.
Claro si su dieta diaria no va más allá del chuño, la papa, tostado y agua, ¿que más podemos esperar? Cada grieta de su rostro expresa, sufrimientos, avatares, pero también los momentos que en la vida pudo sonreír.
En sus ojos hay miedo, incertidumbre y un halo de extravío frente a la vida. Pero a diferencia del pasado, Eusebia Chury tiene ahora una mejor razón para vivir.
martes, 5 de febrero de 2008
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