martes, 13 de noviembre de 2007

El día que el rey se emputó

Ricardo Bajo H. (Bolpress)
Noviembre 13, 2007

¿Es fascista un insulto? ¿Emplear este adjetivo calificativo es faltar al respeto a alguien que comulga con esa corriente ideológica nacida allá por la primera mitad del siglo pasado?, ¿quién tiene más legitimidad? ¿Un presidente elegido en las tres últimas elecciones con porcentajes superiores al 60% o un rey puesto por un dictador saltándose la sucesión monárquica?

El sábado pasado en Santiago Juan Carlos I de Borbón, el rey que los españoles nunca eligieron, (los italianos sí tuvieron la oportunidad de elegir entre república y monarquía) perdió los nervios y mostró su verdadera cara, la del irrespeto, la de la bronca, la de la intolerancia, al mandar callar con el rostro desencajado a Hugo Chávez, quien calificaba al ex presidente español, José María Aznar, de fascista y promotor, junto a las empresas españolas en Venezuela, del golpe de estado de 2002 contra su gobierno legítimo.

¿Dónde se creía que estaba el monarca? ¿En la corte de Felipe II donde los plebeyos callaban y se arrodillaban cual lacayos? El rey de los españoles tiene construida una imagen en su país de persona dialogante, conciliadora y al margen de toda disputa política, ayudado siempre por el silencio y el contubernio mediático que ensalza constantemente su figura y la de la familia real, con el fin de respaldar la institución monárquica. Por supuesto que las fotos donde se ve al rey en los años setenta al lado del dictador Francisco Franco (que gobernó hasta 1975 desde su golpe de estado y posterior guerra civil en 1936) han sido “eliminadas” de los medios y no se publican nunca. Salvo en algún periódico que se cierra “convenientemente” por parte de algún juez “estrella”.

Jamás, ni en España ni en ningún otro lado, Juan Carlos I perdió la compostura. ¿Qué pasó entonces el sábado en Santiago? Pues que el rey está jodido y emputado, por varios motivos, tres principalmente. Primero, el debate sobre la monarquía parlamentaria como sistema impuesto por Franco y aceptado por la “modélica” transición española ha sido activado por la quema de fotos del Rey por parte de independentistas catalanes.

Segundo, el estrepitoso fracaso en la larga mediación monárquica en el conflicto Argentina-Uruguay por la “crisis de las papeleras”. Y tercero: ¿a santo de qué sale a “defender” el rey al ex presidente Aznar y a las empresas españolas en Venezuela? ¿Qué es el rey? ¿Un empleado de las transnacionales esquilmadoras que ven peligrar sus ricos negocios con la ola izquierdista y nacionalista que recorre el continente? ¿Se enojó el monarca porque “las nuevas Carabelas” ganan menos? ¿Y a los “súbditos” de sus antiguas colonias? ¿Qué les jodan? ¿Se emputó, como dijo Chávez, porque en Venezuela y Bolivia, gobiernan los mestizos y los indios, ésos que eran siervos sin alma cinco siglos atrás?

¿Dirá algo Evo luego de ser aludido por Chávez en esta guerra de palabras contra el rey maleducado y racista? En España los medios se han alineado una vez más con el rey, atacando despiadadamente a Chávez mientras en América Latina la polémica ha sido analizada con mayor sapiencia y equilibrio, sin censuras orquestadas de ningún tipo. ¿Qué lecciones democráticas luego vienen a darnos?

En el “rifi rafe” ganó el presidente español José Luis Rodríguez Zapatero que mostró su “talante” y su perfil dialogante (a escasos meses de las elecciones presidenciales, en marzo); ganó Chávez que se gana el aplauso de todos los latinoamericanos (las risas de los periodistas chilenos en la posterior “rueda de prensa” callejera fue un símbolo de esta corriente de simpatía) por no hacerse humillar por el rey que lo mandó callar, heredero de la Corona que invadió y mató indios rebeldes (a escasos días del referéndum sobre la reforma constitucional); y perdió el Rey, por mostrar su verdadera cara intolerante, que según dijo Chávez sólo le faltó subirse a la mesa en su pataleta.

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