Ernesto Joaniquina (Red Pro Bolivia)
Noviembre 14, 2007
Sospecho que no hay agua suficiente para sofocar esta flama interna, este fulgor de nuestras conciencias, este ímpetu vivo hacia la justicia, estremecimientos nobles que se resisten a sucumbir en la tediosa apología de la impunidad. Los juicios de responsabilidades contra Gonzalo Sánchez de Lozada y sus colaboradores por la luctuosa masacre de octubre, sigue ventilándose en la Fiscalía y la Corte Suprema de Justicia y al paso que va, las extradiciones y el juicio a los culpables no es más que una retórica que se la lleva el viento, ya que los expedientes siguen inamovibles en los atestados anaqueles de la Corte al igual que otros tantos juicios inconclusos de nuestra historia. Si la diosa Themis tuviera el don de juzgar por cuenta propia, no cabe duda que empezaría por los primeros infieles del Derecho, por las logias y los resabios de la impunidad y la corrupción que siguen corroyendo la ya desgastada imagen de la justicia boliviana.
Sería simultáneamente injusto medir con la misma vara a todos aquellos juristas que se mantienen indelebles ante las amenazas del soborno y la corrupción y continúan por ese honesto y virtuoso sendero que se exige para administrar la justicia, como el juicio histórico al ex dictador Luís García Meza acusado por asesinato, sedición, malversación y hurto de bienes del Estado, juicio llevado a cabo por Juan Del Granado, meritorio abogado que prosiguió con este proceso hasta la sentencia del acusado a 30 años de presidio sin derecho a indulto, histórica sentencia que la va cumpliendo desde marzo de 1995 en la retirada cárcel de Chonchocoro.
En reciente declaración a la prensa Del Granado sostuvo que también él en ese tiempo fue objeto de ofrecimientos, intentos de soborno y chantajes cuando se realizaba aquel juicio: “Su esposa (la de García Meza), la señora Olma Cabrera, me pidió a través de un familiar militar de mi esposa que me olvide del juicio, que su esposo iba a conseguir medio millón de dólares“(periódico La Razón, octubre 10 de 2007).
El jurista Tomás Molina Céspedes en su libro “Testimonio de un Dictador” en cuyo trabajo recoge seis entrevistas a Luís García Meza mientras cumplía por entonces sus funciones como Director General de Régimen Penitenciario del país, obtuvo un maremágnum de revelaciones, de lo más deleznable de aquel oscurantismo castrense, cuando irrumpieron como chacales sedientos de poder y una avidez hacia las arcas del estado, golpistas que manejaron bien la jerga de las difamaciones, las confabulaciones, los complots, la inmoralidad, las torturas, los asesinatos y el narcotráfico. Declaraciones que dejan absortos no tanto por el delirio de un reo rematado que ya nada tiene que perder sino por esos otros colaboradores, esbirros que le juraron fidelidad canina por entonces y hoy se retractan libres e impunes de su pasado favorecidos por los privilegios que da la política en este juego democrático, personajes que pese a su pasado siguen hoy en día soliviantando y urdiendo desde la oligarquía más retrógrada el actual proceso de cambio.
Luís García Meza abandonado sin más compañía que su propia sombra, después de guardar un curioso silencio durante años sostiene ahora que el artífice del golpe estuvo preparado por Hugo Banzer Suárez quien ordenara la muerte de Marcelo Quiroga Santa Cruz para así evitar el temido juicio de responsabilidades contra su persona. Sostiene que:”Guillermo Fortún conoce mucho sobre Marcelo”(pag.155). “En Achocalla estuvieron toda la noche queriendo quemar el cuerpo de Marcelo y no lo quemaron, se chamuscó…El coronel Luís Arce Gómez es el que después ordena para que lo lleven a los hornos de la fundición de Vinto a quemarlo… ” (pag.44), temperaturas altas que hicieron difícil posteriormente obtener el DNA de sus restos. Son mucho más las sombras que las luces en estas declaraciones porque compromete con tal desparpajo a personajes del ámbito político y tarea de los juristas y los investigadores de la historia para unir cabos sueltos, pues algo de verdad habrá cuando el río suena.
El ex ministro de la cocaína Luís Arce Gómez quien cumple sentencia en una cárcel de Miami en una entrevista realizada con la periodista Lupe Andrade en 1992, manifestaba que: “yo voy a volver a Bolivia a desenmascarar muchas cosas…” y ese deseo no está lejos de ser cumplido. Según la justicia norteamericana este reo saldrá en libertad condicional este 23 de noviembre y posteriormente será extraditado a Bolivia para cumplir su sentencia a 30 años por los crímenes de lesa humanidad. Si la promesa norteamericana se cumple tendremos más testimonios y el reto de la justicia boliviana a prueba ya que es preciso reivindicarse con la virtud de la ecuanimidad y la verdad y recuperar así la credibilidad del pueblo.
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