8 de Noviembre 2007
- Tener influencias en el movimiento autonomista, declararse como "cruceño que defiende a su pueblo" y además "perseguido por el centralismo", es suficiente para violar la ley, cometer actos racistas, golpear a agentes de la policía y finalmente recibir el fallo benevolente del Poder Judicial cruceño.
- La policía en Santa Cruz es extremadamente débil no sólo ante la delincuencia sino también ante un solo empresariado y una clase media acomodada, racista y con influencias en el Poder Judicial.
- Los medios son la palestra para apologizar y amplificar las fechorías de cívicos.
- El MAS no puede defender ni a la policía, peor al pueblo, contra los excesos de los cívicos que quedan impunes.
¡Yo soy cruceño carajo, pacos raza maldita!
Cierta indignación y sorpresa causó en sectores de la población cruceña, la decisión de un juez en Santa Cruz de dar libertad irrestricta a Fernando Roda, empresario maderero y miembro de la poderosa familia Roda dueña de varias empresas y fábricas, de grandes cañeros y agropecuarios y clan importante en el movimiento autonomista cívico-empresarial, pese a enfrentar cargos por agredir a varios policías hace unos días atrás, hecho que las cámaras de varios medios registraron cuando lanzaba insultos racistas a los miembros de la institución "del orden".
Fernando Roda además es líder nacional de la resucitada Falange Socialista Boliviana y de la llamada guardia vieja de la Unión Juvenil Cruceñista. Ya destacó también hace poco cuando en una marcha de FSB lanzó disparos al aire y acto seguido, junto a sus pupilos y barras bravas, tomó por asalto las oficinas de la Unión Juvenil desplazando a su dirigente Gabriel Hollweg.
Según la versión dada por la policía y que en parte se puede cotejar por las imágenes de los medios que cubrieron el hecho, todo comenzó cuando Roda, junto a su hijo y una mujer que dijo ser su esposa, estacionaron su vehículo, frente a las puertas de un banco que se halla en la calle Libertad, a media cuadra de la plaza 24 de Septiembre. Al hacerlo violaba la prohibición vigente de estacionar motorizados a las puertas de instituciones bancarias y financieras. Esta prohibición que rige en toda la ciudad es una de las tantas medidas tomadas en el último tiempo por autoridades municipales y prefecturales, a solicitud expresa de los banqueros. La policía es la encargada de hacerla cumplir para contrarrestar así los recientes y numerosos atracos a personas que acuden a esos lugares a depositar o retirar dinero.
Los oficiales de policía afirman que ese día se acercaron al motorizado de Fernando Roda para pedirle que se retire y exigieron al hijo de éste, que estaba conduciendo, que presente su licencia de conducir pero respondió soberbio que no tenía, que le den una multa, que luego pagaría pero que no iba a retirar el vehículo. Los policías afirman que procedieron a actuar con mayor firmeza al ver que el joven se oponía a mover su coche del lugar y que además no portaba identificación, ellos sólo insistieron en hacer cumplir lo que se les ha ordenado desde las altas cumbres del poder local. Ahí el hijo de Fernando Roda se puso más terco y les insultó. La esposa del empresario también insultó a los oficiales con epítetos racistas, según la versión de estos. Los nerviosos policías insistieron y ante tanta resistencia se vieron obligados a reducirlo rociando gas irritante en los ojos del joven. Se disponían a arrestarlo con la ayuda de unos patrulleros cuando Fernando Roda salió del banco y, enfurecido y fuera de sí, se lanzó sobre ellos para impedirlo golpeando a los uniformados y dirigiéndose a ellos como "pacos hijos de puta" e "indios de mierda raza maldita".
Las cámaras de los medios que se hicieron presentes en el lugar, captaron al hijo de Fernando Roda reducido por el efecto de los gases irritantes que la policía usó como medio disuasivo. Pero también se vio a la mujer del empresario, arremetiendo a golpes e insultos contra los policías y diciéndole a su esposo "este también... este también" para que inmediatamente Roda se abalance sobre el señalado.
Uno no puede dejar de sorprenderse cómo Roda, de más o menos cincuenta años de edad, logró neutralizar a los policías, que eran como unos cinco. Roda los trató, prácticamente, como a peones de sus barracas, los empujó y los zarandeó, como "a hijos de la empleada" tal cual se dice aquí, les mentó la madre y finalmente así impidió que arresten a su hijo. Tras ello, el empresario se subió a su vagoneta 4x4, junto con a su hijo y su mujer, y arrancó bruscamente embistiendo a una moto patrullera que estaba estacionada. Los policías quedaron atónitos. Un poco tardíamente unos oficiales reaccionaron y persiguieron a Roda, alcanzándolo unas cuadras más allá y recién procedieron a decomisarle el vehículo que fue depositado en instalaciones de Tránsito. La policía comunicó que no iba a entregar el vehiculo si no se presentaba Roda en persona a reclamarlo y que se le iba aplicar las respectivas multas y sanciones, además los policías sentaron querella contra Roda por agresiones y falta de respeto a la autoridad.
Algo más. En las imágenes de ese día, se puede constatar que varios peatones aglomerados para presenciar la trifulca, se pusieron de parte del empresario y en contra de los policías desde el momento en que aquél empezó a lanzar discursos e insultos racistas, que hacían hincapié en su supuesta condición especial de "cruceño" agredido por los "collas", señalados como representantes del colonialismo altoperuano que "pisotea y saquea a Santa Cruz", que las diferencias que separan a los cruceños de esos "indios malditos" está "hasta en el olor de sus cuerpos, de su sudor" y que por eso no deberían estar en la policía. También les gritaba "picaros de m..." y "corruptos". Aplausos y apoyo de algunos testigos envalentonaron más a Roda que más atrevido agarró a sopapo limpio a varios oficiales que sólo apretaron los dientes, miraron al piso y soportaron estoicamente..., como el peón que aguanta en silencio la chicoteada del patrón.
Ese apoyo que recibió Roda indica varias cosas. Cierto desprestigio de la paupérrima Policía boliviana, que no halla apoyo y respeto de la población, desprestigio que, por otra parte, es nomás reflejo de la decadencia del Estado y de la clase dominante en general, pero también muestra hasta qué niveles llega la enfermedad del racismo en algunos sectores de la sociedad cruceña, que es manipulada fácilmente con esas ideas.
Para que se desate el racismo así, los medios tienen su cuota parte, también las propias autoridades y díscolos como Roda que hablan a nombre de Santa Cruz y difunden el racismo. Allí está el alcalde que ya dijo "no queremos más indios ni collas" y luego afirmó que los cruceños "no somos racistas", le siguen el Prefecto y su discurso de los "macacos", no se queda atrás el grupo de las Landau, las Demetri, los Caito Flores, los Mendivil, los Pomacusi, los Salazar y Carlos Valverde reivindicando a la clase media de cruceños blancoides que gritan "No por favor, no somos indios... ¡somos mestizos!".
Por cierto, en los improperios que lanzó Roda al enfrentarse con los policías se puede reconocer cómo piensa precisamente cierto sector de la clase media acomodada y de poderosos que creen que la ley y la policía son expresiones del centralismo, o sea del Estado, pero extrañas a Santa Cruz desde el punto de vista racial. Por eso exige un trato diferente por ser "cruceño", o como bien dicen, "por ser propios de este pueblo".
Así va dando sus primeros frutos esa persistente predica de las logias racistas de que en Santa Cruz se requiere una policía cruceña o "camba", que entienda e interprete las leyes "según la ideosincracia del cruceño y no del colla". "Cruceñizar" la policía es el deseo más intimo que tienen los cívicos y las logias.
Mientras que el Poder Judicial desde hace rato que lo controlan los cívicos empresarios, por lo tanto se puede decir que ya está "cruceñizado", pero cuán grave es su corrupción.
La televisión como palestra política y justificadora de los cívicos fascistas
Aquel día, en horario nocturno, Unitel invitó a Fernando Roda para que hable en el estudio de Telepaís. Roda se hizo presente dizque para defenderse. Dijo que su hijo estaba internado en terapia intensiva, que casi se muere, que fue brutalmente golpeado y anunció que sentaría querella contra los policías por intento de homicidio. Nunca lo hizo. Denunció también que su mujer quedó seriamente herida y temporalmente ciega por los gases irritantes de la policía, aunque las imágenes muestran que ella participaba activamente con él dando lapos a los policías impidiendo el arresto de su hijo.
El empresario maderero aprovechó, de paso, el espacio, sospechosamente cedido por Unitel, para hacer propaganda política a favor de la causa autonomista y reivindicar a la Falange como el único partido que defiende a "Santa Cruz" desde tiempos legendarios y que ahora está dispuesto a sacrificarse para acabar con el gobierno del MAS. Afirmó que el Prefecto y las autoridades cruceñas, que recibieron el mandato del "cabildo del millón", no obedecen lo que les ordenó el "pueblo cruceño", de imponer la autonomía de hecho. "Hace rato que ya deberíamos ser autónomos, con nuestra propia policía, que entienda nuestra cultura, nuestra forma de ser... pero a mi me duele ver al Prefecto Rubén Costas, que es mi amigo, regalarle camionetas y movilidades a estos policías picaros que atropellan y violan al pueblo cruceño", dijo.
Ante las cámaras, Roda volvió a ratificar cada uno de los insultos que lanzó a los policías esa tarde y dejo entrever su espíritu discriminador y cuánto le incomoda a él como patrón ser mandado por esa gente al decir, "estos indios no sirven para policías en Santa Cruz, deberían estar en el monte, sembrando yuca y mascando mote pero no coca... es que no entienden cómo piensa el cruceño". Ximena Antelo, presentadora de Telepaís, parecía estar de acuerdo con él y hasta le daba cuerda. Lo curioso es que en ningún momento de su entrevista Roda habló contra la norma de prohibir que los vehículos se estacionen frente a la puerta de los bancos, medida impuesta por los banqueros y que fue en realidad la que generó todo. Los policías sólo cumplían sus órdenes. El empresario se olvidó que su problema se generó por esa virtual privatización de parte de la calzada y que parece continuará indefinidamente. Roda demostró que su valor para defender a Santa Cruz no es tanto si se trata de chocarse con los económicamente poderosos.
Luego de agregar que los policías "son unos perros...unos corruptos" que "es preferible tener a un cruceño como policía, bien sea morenito o blanquito, que a estos indios abusivos", el empresario cruceño afirmó que lo volvería a hacer por su hijo, por su mujer y por "Santa Cruz". "No me arrepiento, no le tengo miedo a nadie, esto me sale de lo más profundo". Reconoció que profesaba el racismo pero asegura que "este racismo lo han sembrado estos indios, por abusivos y atropelladores", vociferó. Así justificó su fobia, de una forma que indica un severo deterioro sicótico que no sólo está en la mente de este señor sino también en la de otros ultras del movimiento "cívico".
Finalmente confesó, como corolario, que él estaba involucrado, desde hace rato, en varios problemas con el gobierno por sus actividades conspirativas como dirigente falangista. Dijo que lo sucedido ese día, en realidad, no se debió a su negativa de aceptar la norma que los policías quisieron hacer cumplir sino a una persecución del centralismo. "Ese día me venían persiguiendo desde mi casa... como no me encontraron en mi coche se la agarraron con mi hijo cuando lo reconocieron", dijo.
Sin que nadie se lo pregunte, candido y cínico como otros de su laya, Roda admitió que el gobierno le acusaba de estar involucrado en la destrucción y saqueo de una estación retransmisora de la emisora Patria Nueva, de propiedad del Estado, en la población de San Ignacio, en donde Roda tiene propiedades. "Me vienen investigando desde hace rato... me están haciendo juicio por eso... me quieren meter a la cárcel... pero no pueden probar nada", aseveró. Por cierto, la quema de esa radio en San Ignacio, ocurrió luego del 15 diciembre del 2006, día en que se realizó el carnavalesco "cabildo del millón". Los cívicos ignacianos, terratenientes de filiación partidaria falangista, emenerrista y otras, encabezaron a una turba de peones y matones que quemaron y saquearon no sólo esa radio, sino también mercados, locales comerciales y hogares de pobladores ignacianos acusados de ser "traidores" y "collas masistas". También quemaron las oficinas de una ONG que asesora a los campesinos y originarios en sus conflictos de tierra con los terratenientes y los empresarios del lugar. Ese fue el "día de los cristales rotos"... en la Chiquitanía.
Este triste espectáculo, de dar palestra a los cívicos fascistas para que se defiendan mediáticamente, es al que nos tienen acostumbrados los medios, en especial Unitel, que apologiza sus delitos y fechorías y pide "el apoyo del pueblo cruceño" para aquellos.
Lo mismo fue con Chiqui Martínez que por los mismos días en los que Roda fue absuelto, se presentó a declarar ante un juez quién resolvió darle libertad irrestricta, a pesar de todas las evidencias en su contra. Sobre Martínez pesaba un proceso por dirigir la toma del edificio de Impuestos Internos, en diciembre del 2006, durante la huelga de hambre de los cívicos en la Plaza 24 de septiembre en defensa de los 2/3. Aquella vez, Martínez, su hermano y otros malvivientes de la FUL de la Universidad "Gabriel Rene Moreno", supuestamente en huelga de hambre por 10 días, tomaron las oficinas de esa institución causando destrozos y arremetiendo también a golpes contra los policías que resguardaban el lugar (de nuevo policías agredidos impunemente).
Antes de ser liberado de toda culpa, a Martínez se lo vio peregrinar por varios canales de televisión, denunciando ser victima de "persecución política" de parte del gobierno. En un medio, como "dirigente invitado de la FUL cruceña", afirmó que el gobierno hasta lo investigaba y lo acusaba de ser narcotraficante. Si bien es cierto que no se ha probado nada de esto, Martínez no es capaz de explicar de dónde proviene su cada vez más acomodado modo de vida, siendo que no ejerce ninguna profesión u oficio conocido y asegura ser sólo un "ciudadano pobre entregado a la lucha por su pueblo".
Al igual que Roda, Chiqui acudió a los medios para justificarse y defenderse porque tenía miedo de que lo encarcelen y llamó al pueblo cruceño "a estar atento ante este nuevo atropello para impedirlo". Martínez, evadió las sendas citaciones del juez y sólo se presentó a declarar cuando se creía seguro, por alguna razón, de que iba a salir libre. "No me arrepiento de nada y por mi pueblo, lo vuelvo hacer si es necesario una y otra vez", dijo triunfante luego de escuchar la decisión del juez. Acto seguido se lo vio en Viru-viru enfrentando a la policía, defendiendo el control "cívico" de AASANA, muy tranquilo porque se sabe intocable. Sus osadías ahora son todo un ejemplo a imitar, por eso, recientemente, los unionistas falangistas y la fracción de la FUL dirigida por un tal Santiestevan, quisieron repetir otra toma de las oficinas Impuestos Internos en defensa del IDH, imitando y superando el vandalismo de Chiqui Martínez por "Santa Cruz".
En su momento, los medios también le dieron palestra a Samuel Ruiz, actual presidente de los unionistas, y a su antecesor Gabriel Hollweg, para sus respectivas defensas mediáticas. A Ruiz, cuando fue citado a declarar ante un juez por los saqueos y agresiones a ciudadanos durante el último paro cívico, y a Hollweg, cuando encabezó una golpiza de los unionistas contra una marcha campesina que venia de la localidad de El Torno pidiendo nacionalización de los hidrocarburos. Tanto Ruiz como Hollweg, recibieron de los jueces libertad irrestricta a pesar de todas las evidencias en su contra. Evadieron varias citaciones a declarar ante un juez y sólo se presentaron tras visitar todos los medios, donde se defendieron mediáticamente... así ¡estaban seguros de que iban a salir libres!
La novela de Roda terminó más o menos igual. Roda denunció una persecución de película, afirmó que llegó a sacar a su familia del país porque corría serio peligro, se declaró en la clandestinidad, evadió sendas citaciones del juez y sólo se presentó a declarar cuando estaba seguro de salir libre... y cómo "héroe". Así lo mediático le va ganando terreno a las leyes y los tribunales. No sin antes volver a darse otro espectáculo de racismo tolerado cuando en la reconstrucción de los hechos unos tipos presionaron al fiscal diciendo "acaso usted no es cruceño" a lo que él respondía "si soy, si soy, estamos acá para investigar" y el pobre soportando la letanía "ustedes quieren meter a la cárcel a los cruceños que luchar por Santa Cruz". Como si para impartir justicia y cumplir su deber el funcionario público debiera probar su origen.
En Santa Cruz, incluso los delincuentes comunes tienen derecho a la justificación y la defensa mediática, derecho sui generis dado por los propios medios empresariales con el fin de tener la primicia de cómo y por qué cometen sus actos criminales. Por eso, ya no es raro ver en las pantallas de la televisión cruceña, a un agresor sexual diciendo, "lo hice porque ella me provocó", a un secuestrador diciendo, "le robe el hijo porque la madre no lo quería como yo", o un asaltante encontrado infraganti que afirma, "yo no fui, me obligaron, lo juro".
Todo esto se puede parangonar con el caso de Hitler, enjuiciado por intentar un golpe de estado y condenado a prisión por tal motivo. Hábilmente, el líder nazi uso su juicio como palestra política para lanzar su cuento del complot judío contra Alemania, para denunciar a los alemanes "traidores" y presentar su propuesta antisemita, ultranacionalista y anticomunista. Aunque fue a la cárcel, su juicio lo hizo popular. La prensa alemana, ligada a la burguesía y a industriales, amplificó sus discursos y declaraciones e hicieron de él un mito, un mártir, un ejemplo a seguir para acabar con la amenaza comunista. En Santa Cruz los medios están haciendo lo mismo.
Sin embargo entre Hitler y los cívicos ultraderechistas hay mucha diferencia, estos no le llegan a los talones al fundador del nazismo, principalmente por cobardes. En honor a la verdad, Hitler fue capaz de cierto nivel de sacrificio, al principio y al final de su carrera criminal, aceptó ser golpista en su momento e ir a la cárcel por ello, sacrificó su libertad de estar cómodo en su casa, de pasear por los boulevares berlineses, aceptó perderse fiestas y banquetes con sus amigotes ricachones y del ejército, todo porque calculó un beneficio para su conspiración fascista. A su manera se puede decir que aceptó las consecuencias de sus actos en todo momento.
Pero los cívicos empresarios no son capaces de tanto, ¡por favor! Ellos le temen... a la cárcel, por eso recurren a los medios para pedir ayuda y alarman a la gente con conspiraciones anticruceñas que no hay y cuentos sobre un gobierno supuestamente dictatorial, comunista y totalitario; cuando en realidad sólo hay un gobierno cobarde, boludo y tan defensor de la propiedad privada como ellos. Le temen a la cárcel cuando bien podrían estar en ella y hasta sacarle provecho. Pero la sola idea de que se perderían, por ejemplo, la borrachera, la promiscuidad, la mojazón y las comilonas del carnaval, les hace temblar hasta los huesos y se cae su tan ostentoso "amor y sacrificio por esta tierra".
Por eso, si bien los medios les ayudan, los amplifican y apologizan, al mismo tiempo no dejan de mostrarlos en toda la magnitud de su miseria pequeña-burguesa y los cívicos ni se dan cuenta de ello, creen que se ven bonitos mostrándose francamente anarquistas.
"Cruceñizar" la policía solución cívica al problema de delincuencia e inseguridad
Nadie puede negar la profunda corrupción que aqueja a la Policía boliviana, las excepciones son honrosas de uniformados entregados a hacer justicia porque lo creen un deber, pero pocos son los que tienen afán por desarrollar el combate contra el crimen abrazando la ciencia, las nuevas tecnologías, la formación profesional en otras áreas.
La causa básica de tanta corrupción y degeneración, que lleva a miembros y altos oficiales de la institución del orden a ser cómplices de la delincuencia común y del crimen organizado, son de corte económico social, salarios bajísimos (tanto que algunos niveles rondan los mil bolivianos si los oficiales hacen turno de más diez horas), seguro social casi insignificante, víctimas del racismo, la discriminación, la extrema pobreza, poca cultura, pobreza de medios, de equipos, casi cero desarrollo de técnicas científicas.
Policías poco formados, mal alimentados (no es raro ver que algunos oficiales masquen coca mientras están de servicio por más de 24 horas), sin autoridad, sin un Estado medianamente poderoso tras ellos que los respalde, todo porque los gobernantes entregaron todas las fuentes generadoras de riqueza a manos de las transnacionales y ahora no hay cómo sostener las obligaciones estatales más básicas. Con el gobierno de Evo Morales esto no ha cambiado nada, los policías saben que están peor, aún cuando se habla de nacionalizaciones por doquier, el fantasma de motines en cuarteles policiales enteros, por motivos salariales, ronda todos los días. En su momento el MAS alabó a los policías cuando se levantaron contra Goni y arrastraron gente tras de ellos, fue otro de sus apoyos electoralmente calculados. Ahora los trata igual que el "gringo".
El principio que rige a la policía y que dice que "el policía no delibera", la vuelve en uno de los sectores públicos con menos acceso a importantes incrementos salariales que mejoren notablemente la vida de sus funcionarios. Es una policía relativamente eficiente para la represión de las movilizaciones callejeras, para controlar las explosiones de furia de la gente pero ante la delincuencia siempre confiesa "estar con las manos atadas".
El neoliberalismo debilitó al Estado, tanto económica como políticamente, y eso afectó a la policía. Las autonomías terminarán por empeorar la cosa. Lo más seguro es que la corrupción también se descentralice y se vuelva "autónoma", como nos enseña el caso AASANA. Eso será precisamente lo que va a suceder si los cívicos logran "cruceñizar" a la policía.
A la policía también la destruye el manoseo de la politiquería y de los gobiernos de turno, esto último como síntoma de la inexistencia de la democracia en Bolivia. Los altos cargos se reparten según la lealtad a los gobernantes y a los poderosos locales y nacionales. En el caso de Santa Cruz, las logias y los cívicos empresarios deben aprobar a los oficiales designados por el gobierno, la prensa racista husmea sus vidas particulares para ver si son cruceños o si están casados con una mujer cruceña de buena familia, si respetarán a los "cruceños"; si no encuentran nada malo para "Santa Cruz" el nuevo jefe policial designado y su familia es absorbida por los distinguidos círculos sociales de la ciudad. Si se quiere hacer carrera, mejor no chocarse contra estos, someterse y sentarse al banquete.
Para los cívicos empresarios, las logias y los ultraderechistas cruceños, el problema de la policía es racial. Se soluciona depurando, usando el criterio del "origen", del "lugar de nacimiento" y no de la capacidad. Nuevamente, es la recta del fascismo... y del corte más bruto. Si se ve bien, eso de regionalizar la policía, es una respuesta que abandona el plano nacional para centrarse en lo local, en el huequito. Esa es la mentalidad cívica.
Dicen que si la policía pasa a ser controlada por la prefectura, los millones de bolivianos que recauda por trámites, multas y otros ítems se quedarán en Santa Cruz y así habrá más fondos para luchar contra la delincuencia. Esta es otra de sus zanahorias. Ellos no buscan combatir la delincuencia en forma integral, les interesa que el dinero de la policía que, hoy por hoy manejan otros, también corruptos, pase a sus manos.
Policía versus cívicos y su aparato judicial
Con el caso Roda se confirma que también ante los cívicos, su aparato judicial y sus matones, la policía está con las manos atadas. El gobierno y los jerarcas policiales nada hacen. Estos últimos están más comprometidos con los poderosos cívicos que con el bienestar y prestigio de sus subalternos. De nada valen las protestas de los policías afectados que exigen respeto. Encima la policía es atacada por ineficiente. Ahora tal vez se puede entender mejor qué quiso decir un oficial de rango medio de la policía que aseguró "todos nos culpan de todo, pero qué podemos hacer si nosotros a los delincuentes los agarramos, los entregamos a los jueces y estos los liberan". El caso del juez que ordenó devolver un arsenal de armas a un ciudadano dizque dedicado a la caza reveló cuán impunes pueden ser los ciudadanos influyentes. La cosa es tan deprimente, que todos saben que los hijos de los ricos y de los empresarios de esta ciudad, pueden hacer y deshacer como les dé la gana, manejar sus coches sin placas, con vidrios oscuros y sin licencias ni permisos, aún cuando tengan 15 años de edad. Si a estos se los agarra, el mozalbete le dice al policía "por qué me estas parando ¡paco e mierda!, vamos a arreglar con mi padre, yo soy el hijo del fulano, amigo del fiscal, que he hecho pues... no he hecho nada".
El fenómeno increíble es que los cívicos están ligados al lumpen y el hampa porque usan delincuentes y matones para poder ejercer represión sobre las masas. Encima su poder los hace impunes pese a que fomentan la delincuencia y otros vicios. La propia delegada presidencial en una entrevista televisiva aseguraba que esa relación existe y se quejaba por ello, insinuando que la supuesta lucha contra la inseguridad de parte de los cívicos es un tanto hipócrita.
El MAS no puede con los cívicos
Ciertos ilusos dicen que "ya hay justicia" porque Evo Morales gobierna, pero esa sólo es una ficción forjada para ilusionar a las masas desesperadas frente a tanta desigualdad que en Santa Cruz es más descarnada. En realidad el pueblo no hallará justicia tampoco con este gobierno porque Morales no puede con los cívicos ni con la corrupción institucionalizada porque su propio gobierno está penetrado de ella. Su acción improvisada en AASANA, de militarizar y luego fugar, da la pauta. Retrocede ante la vaina del sable cívico. Sin embargo sigue lanzando demagógicas amenazas que no cumplirá. Los cívicos han acumulado mucho poder desde las cooperativas, la CAINCO, el Poder Judicial y ahora la propia Prefectura, instituciones en torno a las cuales ha creado un círculo clientelar obediente, en último término un círculo de corrupción ¿El MAS puede desmantelar ese bunker? No, ni en Santa Cruz ni en ningún lado. En el caso de El Alto por ejemplo, son los propios vecinos, la gente afectada por la presencia de tanto malviviente, la que decide tomar en sus manos sus problemas y resolverlos. El MAS mira de palco.
Para distraer al pueblo de su incapacidad el gobierno le arroja espejitos de color, paliativos demagógicos y de tarde en tarde aviva el fuego con sus queridos enemigos cívicos, cosa que también es útil para distraer. En el fondo, Morales, desprecia el apoyo popular y, de acuerdo a la visión del indigenista Fausto Reinaga, cree más importante el apoyo de las FFAA, aspecto ratificado en su última declaración desde República Dominicana.
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